Antes de la segunda guerra mundial, cuando Barcelona era todavía una ciudad pequeña, ya existía una presencia griega, tanto en el terreno comercial como en el social.
Grandes empresas dejaron sus nombres, y algunas existen todavía en nuestros días.
Según las noticias que tenemos, las primeras familias griegas se establecieron en Barcelona alrededor de los años 1928 – 1930.
Aún hoy perduran entre nosotros los nombres de familias conocidas como los Sakelis, los Mounoujos, los Rinos, los Skoufetzís, o los Barkas, cuyo nombre se documenta en 1928 y quizá sea la familia griega más antigua de Barcelona.
Descendientes de estas familias y muchos otros fueron los que contribuyeron a la fundación de la Comunidad actual.
A partir de documentos escritos que se han conservado, conocemos los nombres de muchas familias antiguas, e incluso las cantidades con que contribuyeron a las celebraciones religiosas y a otros gastos.
Como era de esperar, muy pronto surgió una nueva generación griega en Barcelona. Esta nueva generación estaba formada por personas nacidas, bien de padres griegos, bien de matrimonios mixtos. En realidad, las generaciones que siguieron son catalanes griegos, especialmente las generaciones de posguerra, que se pueden considerar los precursores de la Comunidad actual.
Los primeros griegos que llegaron a Barcelona, trajeron consigo, como era de esperar, sus usos y costumbres, y siempre intentaron mantener algún contacto entre ellos para poder mantener la lengua griega y su religión.
Así, para poder verse y conversar de los diferentes asuntos que los ocupaban en aquella época, organizaban periódicamente fiestas, encuentros y celebraciones religiosas, preocupándose a la vez de que viniera a menudo un sacerdote desde Francia, al cual alojaban en sus casas.
Hacia mitad del año mil novecientos setenta y cuatro, un puñado de jóvenes griegos acabados de llegar, entre ellos el que escribe, acostumbraban a encontrarse cada sábado por la tarde en el Milk Bar, un pequeño bar de la parte de arriba de la Rambla de Cataluña, casi en la Diagonal, que regentaba una griega, la Sra. María, que siembre, con las consabidas cervezas, nos servía sus selectos aperitivos.
Tal como he recordado más arriba, los catalanes griegos, que ya tenían una comunidad griega de facto, habían invitado aquellos días al archimandrita Stefano, sacerdote de Niza de Francia, para celebrar una Liturgia. Fue entonces cuando, a través de Tomás Palamarizís, que entonces también era recién llegado, nos propusieron que fuéramos a la iglesia para debatir la funación de una comunidad griega.
Promotor e impulsor de todo el movimiento lo fue siempre el recordado J. Skoufetzís, con el acicate y el apoyo del archimandrita Stéfanos y también con la colaboración del resto de los griegos catalanes de aquella comunidad de facto.
El archimandrita Stéfanos, hoy obispo de Estonia, siempre que visitaba Barcelona, cosa que hacía muy a menudo, se preocupaba de reunirnos, de animarnos y de debatir con nosotros qué y cómo debía hacerse para poner en marcha lo necesario para el reconocimiento de la Fundación Comunidad – Iglesia.
Los primeros encuentros, la mayoría de veces, tenían lugar en el despacho de Yannis Skoufetzís, en la calle Enrique Granados 13, al fondo de un almacén, un lugar que en broma solíamos llamar “la escuela secreta”. Allí empezaban interminables conversaciones que no pocas veces terminaban con un vaso de vino…
Así pues, en uno de esos encuentros decidimos presentar la solicitud correspondiente para que se nos reconociera la fundación de la Comunidad Griega de Barcelona, y se redactó la llamada “Acta de fundación”, con la solicitud de fundación de la comunidad griega – iglesia bajo el patronazgo de San Nectario para que se celebrara su memoria cada año como protector de la Comunidad y del Helenismo en Barcelona, acta que firmaron, como fundadores, los señores:
Ioannis Skoufetzís
Emmanouil Barkás
Ioannis Mounoujos
María Papazajaríou
Stilianós Botsis
Panayotis Yannelis, que escribe esta historia.
A continuación se presentó a las autoridades españolas, a la sazón el Gobernador Civil, para su reconocimiento.
Pasados muchos meses, casi un año, recibimos la respuesta en la cual nos comunicaron el tan deseado reconocimiento de la fundación de la Comunidad Griega de Barcelona.
Así pues, en una de las liturgias que entonces se celebraban casi cada mes, comunicamos la fundación oficial de la comunidad y en breve plazo se redactaron los primeros estatutos, que también se presentaron para su reconocimiento a las autoridades competentes del Estado español, que finalmente los reconoció en fecha 24 de diciembre de 1981.
Se celebraron las primeras elecciones, en las que tomaron parte todos los griegos que se encontraban en Barcelona. En ellas se escogió el primer Consejo de Administración, formado por siete miembros:
Presidente: Ioannis Skoufetzís
Vicepresidente: Nikos Kastanós
Secretaria: María Papazajaríou
Tesorero: Panayotis Yannelis
Miembros: Stilianós Botsis
Leonidas Moulás
El sacerdote encargado de la parroquia.
Según los estatutos de aquella época.
El primer período fue muy constructivo y por primera vez los griegos de Barcelona se encontraron todos juntos.
Se llevaron a cabo muchas actividades de caracter social y religioso y siempre, las grandes fiestas se celebraban de acuerdo a los usos y costumbres griegos, con bailes, canciones y música griega.
Pero como suele suceder, con el tiempo, después del cénit llega la decadencia. Cambió el Consejo de Administración y la Comunidad se debilitó, casi se olvidó, hasta que un día, a finales de 1996, a propuesta de Nikos Kastanós nos volvimos a reunir y pusimos en funcionamiento la Comunidad.
Se celebraron elecciones y bajo la presidencia de Nikos Kastanós el nuevo Consejo de Administración con total unanimidad elijió presidente honorario vitalicio a Ioannis Skoufetzís.
En aquella época, la Comunidad se organizó y desarrolló una gran actividad. Tuvieron lugar muchas actividades sociales y religiosas, se creó por primera vez una escuela griega y además, por primera vez, fue reconocida por el Estado griego.
Con el paso del tiempo hubo cambios en el Consejo de Administración, para el que se eligieron dignos continuadores de la obrea y a mediados de 2001, bajo la presidencia de la señora Seti Kaliakouda, con los nuevos miembros y personas jóvenes que llegaron a la Comunidad, ésta se desarrolló todavía más y con muy buenos resultados.
Desde principios de 2003 hasta ahora, bajo la presidencia de la señora María Mitrou, el nuevo Consejo de Administración de la Comunidad, con los escasos recursos económicos de que dispone, ha conseguido objetivos muy altos.
Para empezar, la Comunidad alquiló un local propio donde sus miembros pueden reunirse para encontrarse y hablar entre ellos y celebrar actos festivos.
Refundó la escuela griega, una biblioteca con libros escolares griegos y, gracias a sus esfuerzos, vino un maestro designado desde Grecia. Así, hoy, además de la lengua griega, se enseñan bailes, canciones griegas, etc.
Se celebran reuniones que dan a los miembros la oportunidad de concerse y se desarrollan los correspondientes vínculos de conocimiento entre los griegos de Barcelona.
También gracias a su preocupación, viene periódicamente un sacerdote de la metrópolis de Madrid y se celebra la liturgia, especialmente en los días de gran fiesta, que, al mismo tiempo, se celebran según los usos y costumbres griegos, con comida, bailes y canciones griegas.
Esperemos, pues, que nuestra Comunidad continúe presente entre la sociedad española con el mismo entusiasmo y aún con más dinamismo y que se perpetúe a través de los jóvenes griegos barceloneses del mañana.
Esto es cuanto atañe a nuestra pequeña comunidad que muy pronto celebrará el 27 aniversario de su fundación y, si el segador no tiende su mano, aún se podrán escribir varias páginas más.
Barcelona, 15 de noviembre de 2008.
Panayotis Yannelis
Cofundador y miembro de la Comunidad.